VENEZUELA
Ana Maria Arevalo Gosen
Ana María Arévalo Gosen (nacida en 1988 en Caracas, Venezuela) emprendió un viaje transformador en 2009, cuando se trasladó a Toulouse, Francia. Allí estudió Ciencias Políticas en el Institut d’Etudes Politiques y descubrió su pasión por la fotografía en ETPA, École de Photographie. En 2014, amplió sus horizontes artísticos en Hamburgo (Alemania), donde comenzó a trabajar como narradora visual independiente. Actualmente afincada en Madrid, Arévalo Gosen canaliza con frecuencia su creatividad en proyectos por toda América Latina.
Utilizando la narración visual como medio, Arévalo Gosen defiende con pasión los derechos de la mujer, la justicia social y las causas medioambientales. Reconocida como Exploradora de National Geographic y miembro de Ayün Fotógrafas, fusiona una meticulosa investigación con narraciones íntimas para crear historias cargadas de emoción, directas y honestas. Su misión principal es catalizar un cambio social duradero. Es educadora y conferenciante afiliada al Pulitzer Center on Crisis Reporting. Es fundadora de Ojo Pelao, un taller gratuito para fotógrafos documentales venezolanos emergentes.
En el centro de su portafolio se encuentra «El sentido de la vida», una conmovedora documentación de la batalla de su marido contra el cáncer testicular. Arévalo Gosen se esfuerza por crear conciencia sobre la enfermedad a través de este proyecto, haciendo campaña anualmente para la investigación del cáncer masculino desde 2018.
Su proyecto en curso a largo plazo, «Días Eternos», que explora las condiciones de las mujeres en las cárceles y en prisión preventiva en América Latina (Venezuela, Guatemala y El Salvador), obtuvo prestigiosos reconocimientos, como el Premio Leica Oskar Barnack y el Premio Camille Lepage en 2021. También obtuvo becas como la beca LHSA, el premio LUMIX Photo y el premio Lucas Dolega en 2020. En 2019, ganó el POY Latam y encabezó la categoría «La fuerza de las mujeres». Apoyada por subvenciones del Centro Pulitzer para el reportaje de crisis y fotografía de mujeres, ella planea expandir este trabajo vital por toda la región.
Arévalo Gosen sigue acumulando galardones, como el World Peace Photo Award en 2021 por «Sinfonía desordenada» con National Geographic. En 2023, recibió el Marylin Stafford PhotoReportage Award por «Abuelas con 30», que arroja luz sobre la vida de los padres adolescentes en Venezuela.
Sus impactantes contribuciones se extienden a medios de comunicación internacionales, como el New York Times, National Geographic y El País Semanal. Su obra ha sido expuesta en Fotografiska Nueva York, GBG Arts Caracas, Capitis Gallery Hamburgo, Ernst-Leitz Museum, Photoville Nueva York, Helsinki Photo Festival, Manifesto Festival Toulouse, LUMIX Festival Berlín y Leica Galleries de Madrid, Miami, Taipei y Londres.
PROJECT
Días Eternos
En gran medida, el destino de las mujeres privadas de libertad en Latinoamérica ha sido ignorado, callado y velado tanto de la consciencia pública nacional así como internacional. La privación de la libertad no solamente detona el crimen y la violencia sino que también desmantela familias, dejando una profunda huella en la sociedad latinoamericana. Esto se evidencia en la manera en que se sentencian a los criminales, en que se investigan los crímenes y en cómo se tratan a las minorías: una crisis perpetua sin resolver dentro del sistema penitenciario de Latinoamérica. Para una mujer, las ramificaciones de la privación de libertad se extienden mucho más allá de su propia vida, reverberando durante generaciones.
Esta exploración fotográfica documenta las luchas muchas veces pasadas por alto que enfrentan las mujeres, ya que la narrativa de los principales medios de comunicación frecuentemente deja de lado la vulnerabilidad intensificada de las mujeres. Las consecuencias desproporcionadas que tiene el encarcelamiento en las mujeres, quienes frecuentemente sufren la carga de ser las principales fuentes de ingreso de sus familias, es un tema urgente que requiere de atención inmediata. Por ejemplo, en El Salvador, las mujeres son sometidas a castigos severos por aborto, con sentencias que equiparan este acto al homicidio y que se pueden extender hasta treinta años. En Venezuela, las causas para el encarcelamiento de las mujeres muchas veces se filtran dentro de la esfera política. Además, en Guatemala, muchas veces se les niegan juicios justos a mujeres de comunidades indígenas debido a que no hablan el español con fluidez, lo cual agrava más su predicamento.
Los centros de detención en América Latina son un claro reflejo de las desgarradoras experiencias que soportan las mujeres encarceladas. Las sospechosas a menudo languidecen en estos centros, esperando juicio durante períodos prolongados, a menudo mucho más allá de lo legalmente permitido. Estas instalaciones son sofocantes, tienen poca luz y están críticamente superpobladas. Las reclusas han denunciado casos de extrema violencia y tortura, incluidos abusos perpetrados por los propios guardias. No existe segregación basada en el tipo o la gravedad del delito cometido y la separación de género es prácticamente inexistente. Las personas transgénero detenidas se enfrentan a horribles abusos y violencia sexual, ya que se desestima su identidad de género, lo que resulta en su confinamiento con reclusos varones.
Muchas, incluidas las inocentes, se declaran culpables para escapar de las deplorables condiciones de los centros de detención, con la esperanza de una vida ligeramente mejor en las prisiones estatales. Son condenadas por una variedad de delitos, desde aborto y pertenencia a pandillas, hasta tráfico de drogas y extorsión. Sin embargo, después de la condena, su situación a menudo se profundiza aún más en la desesperación. Las mujeres están cada vez más aisladas y sus circunstancias desesperadas se caracterizan por una reducción de las visitas y llamadas telefónicas – privilegios que se permitían en el centro de detención – junto con una disminución del espacio en las celdas y de la comida.
Las reclusas reciben menos visitas. El apoyo externo se convierte en un salvavidas para soportar tales condiciones, no sólo por el sustento emocional crucial que brindan los seres queridos sino también porque desempeñan un papel directo en la supervivencia de estas mujeres. El apoyo material, en forma de alimentos, ropa y medicinas, compensa la incapacidad del Estado para satisfacer las necesidades básicas de estas mujeres encarceladas.
A pesar de sus dolorosas circunstancias, las mujeres privadas de libertad forman asombrosos vínculos de resistencia, amistad y solidaridad. Lo comparten todo: comida, colchones, ropa y lágrimas.
Al ser liberadas, estas mujeres salen traumatizadas y estigmatizadas del sistema penitenciario, pero este sistema carece del apoyo adecuado para su reintegración a la sociedad. Desprovistas de esperanza, empleo y una red de apoyo de amigos y familiares, es probable que estas mujeres regresen a la vida de pandillas o cometan delitos después de su liberación.
Inicié Días Eternos en 2017 para documentar las causas y repercusiones del encarcelamiento de mujeres en la sociedad latinoamericana. Mi objetivo es dar visibilidad al tema del encarcelamiento de mujeres, contextualizado dentro de narrativas históricas específicas, brindando a las mujeres una plataforma para expresarse.